Un segundo de 24 horas.

Hoy en día, siento que ha venido pasando de moda tener el feed perfecto en Instagram. Sin embargo, comparar, inspirar, sentir envidia, admiración, orgullo, felicidad o incluso vergüenza ajena, hacen parte tener esta red social. Vemos una foto o un perfil y caemos en confundir la vida virtual de la real. 

Explicaré mi punto de vista. Una foto es un segundo capturado de 24 horas que dura un día, un segundo de la vida de alguien… sin contar temas como; ángulo correcto, buena iluminación, un sitio vacío, en algunos casos edición extrema.

Todo tiene que salir perfecto, tenemos mucha presión encima, a veces me pregunto ¿dónde queda la autenticidad? Aunque bueno, también es cierto, que hay personas que esto les importa un carajo, no hay que generalizar nunca. 

 

IMG_0118

Ahora bien, en lo personal a mí no me parece malo querer tener una foto bonita. Me gusta y disfruto mucho hacer fotos lindas, perpetuar esa imagen, ese pedacito de mi día.

 Una manera de hacer infinito un segundo de tus 24 horas del día. 

Guardar registro de aquel sitio o momento, al que con tanto deseo anhelaba ir, poder trasmitir algo de la forma en que yo lo vi, hacer que mi cámara capture ese instante, que aquella foto logre hablar por sí misma, que cuando la vea de nuevo pueda recordar aquellas emociones que produjo en mí hacer dicho retrato, así mismo viajar en el tiempo y sentir todo de vuelta.

Eso es lo que yo pretendo lograr con mis fotos, no estoy diciendo que esa sea la intención de todo el mundo. También entiendo que muchas cuentas de instagram se basan en caras y cuerpos que pueden llegar a verse perfectos, teniendo un efecto de dismorfia corporal en nosotros.

No podemos predecir cómo nos vamos a sentir, porque quien no tenga o haya tenido inseguridades no es humano, no obstante, tenemos la completa autonomía de decidir a quién seguimos. No creo que debamos adorar nuestro aspecto físico, pero sí aceptarlo y tratarnos con cariño. Bienvenidos los cambios sin que estos comprometan nuestra salud.

Además, la belleza es subjetiva para cada quien, tanto que cambia entre culturas.

Las redes hoy en día nos dan el poder de decidir a quien seguimos y a quien no, de igual manera podemos ocultar cierto tipo de contenido. (no olvidemos que detrás de todo este tema está el marketing, creando formas de lucir específicas para sus productos)

Tenemos la capacidad de elegir las cuentas donde conectamos más, si no queremos estar en redes también es válido, respetable e incluso admirable. 

Asumiendo que las personas que leen esto son adultos, hay que tomar responsabilidad sobre nosotros y no culpar a otros por lo que nos “hacen” sentir. Como dijo mi gran amiga Cande; *menos lupa y más espejo*

Armar un juicio de valor sobre la vida de alguien por fotos, no solo es ilógico sino erróneo. 

De nuevo, es UNA foto.  La vida de las personas va mucho más allá de una foto. 

Todos lidiamos con mil cosas. No podemos pensar que la vida se reduce a un perfil de instagram, nadie tiene la obligación de publicar sus batallas internas, ya es suficiente con tener que lucharlas.

Idealmente espero que logremos entender con empatía que muchos viven un día a la vez…

Otras personas exigen realidad, que en cierto punto se vuelve más morbo que otra cosa, sin olvidar que terminan poniendo comentarios pasivo-agresivos en las publicaciones. No es más que pura hipocresía.

Primero, cada quien publica lo que quiere en sus redes. Segundo, todos tenemos un filtro de lo que queremos publicar y lo que deseamos mantener en privado.

Desear la vida de alguien más por lo que se ve en redes no tiene sentido. El otro día en mi trabajo una señora me dijo al contarle mi trayecto profesional; ¡Has vivido como 15 vidas, qué envidia! Y parafraseando es algo que escucho a menudo. 

Por supuesto cuando presentas tu curriculum lo haces para ser contratado ¿o no? Pero no cuento la otra cara de la moneda, porque eso sería compartir de más. Aún así no creo que tenga que obviar que en esas “15 vidas” no todo ha sido color de rosa, por supuesto he tenido momentos muy difíciles emocional y laboralmente, he estado rota como muchas otras personas, eso me hace humana. 

Trato que mis fotos sean lo más reales y naturales posibles incluyendo los colores de edición, sin embargo, fue un segundo de 24 horas. La vida real trae luz, como también oscuridad, tanto tristeza como felicidad… No olvidemos que tanto lo bueno como lo malo es efímero y el concepto de impermanencia nos da un respiro ante la vida en sí.

Siento que tener redes es una decisión que se debe tomar con responsabilidad y lo que yo llamo sentido común. Cuando sentimos que las redes nos están afectando para mal, descansemos de ellas. Hay que tener muy en claro que las redes no son, ni nunca serán la vida real. 

Son muy distintas y no definen en lo absoluto la vida de nadie, es solo un mínimo porcentaje de todo lo que engloba el ser humano y su existencia. 

Trazar esa línea, un buen trabajo de introspección, humildad para no creernos los dueños de la verdad y un filtro de quienes queremos ver siendo objetivos, nos va  a quitar un peso de encima.

Cookies

Contacto