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¿Cómo nos conocimos?

La vida y sus golpes de suerte

Porque tremenda suerte fue toparnos en este camino.  

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Tatiana: Era invierno del 2014, estaba en París, mi ciudad favorita, íbamos de fiesta con unas amigas mías de intercambio.

Esteban: Mi última noche en París, estábamos en un bar, esperando a unas compañeras de mi amiga de Welove, para irnos de fiesta. 

Nos hicimos una foto… Unos minutos después llegaron finalmente todos. 

Del nuevo grupo no conocía a ninguna persona, eran todas colombianas, pero no nos pudimos presentar, salimos rápido hacía la fiesta. 

Tatiana: Era una noche fría y estaba tarde, teníamos que irnos rápido para poder disfrutar de la fiesta, por lo que no alcanzamos a presentarnos, simplemente saludamos. 

Esteban: Llegamos a la discoteca y mi amiga Debora olvidó su ID en casa, no la iba a dejar sola, así que decidí irme con ella, aunque solo me quedara una noche en París. 

Tatiana: Me encontraba en Buenos Aires, iba a iniciar mis estudios en Mausi Sebess, una escuela de cocina, mi sueño hecho realidad. 

La emoción corría por mi cuerpo, al fin, iba a estudiar lo que tanto soñaba y me inspiraba, deseaba con todo mi ser crecer y vivir experiencias únicas. 

Estaba en la recepción con un amigo y de repente llegaron dos colombianos más. 

Esteban: Entré a Mausi, me moría de nervios, ese día solo iba por papeles para las clases, vi a dos colombianos, pero hablé solo con ella. 

Íbamos todos a un encuentro en un parque, ella y yo hablamos como si nos conociéramos de toda la vida, Tatiana era su nombre y sería mi mejor hallazgo en Argentina. 

Tatiana: Sentía demasiada conexión con Esteban, me resultaba muy interesante su personalidad, se veía una persona diferente, muy afín a mí, pocas veces me siento tan cómoda con las personas. 

Fuimos a un parque, donde nos reuniríamos varios estudiantes para conocernos antes de que iniciaran las clases la semana siguiente. 

El atardecer y la buena charla con Esteban, eran el presagio de una amistad eterna. 

De todos, Esteban y yo no dejamos de hablar ni un segundo. 

Esteban: Deseaba que mis clases de cocina fueran con Tatiana, había diferentes horarios y aulas, las probabilidades eran escasas. Pero surgió. 

Mi grupo, conformado por Josue la persona que más nos hacía reír, Mariana Weinberg un ser de luz, la Peque disciplina y compromiso puro, Tatiana mi alma gemela en una cocina, tan autocrítica, exigente, técnica y pasional como yo. 

Era la mesada feliz, nada más qué pedir, todo iba a salir a la perfección. 

Tatiana: Un día agregué a Esteban a Facebook y de repente vi que teníamos una amiga en común, le pregunté: ¿de qué conoce a Welove? a lo que Esteban me dice, se quedaba en la casa de Debora, mi amiga de Paris. 

Empezamos a ver fotos y llegamos a la anhelada foto que se había hecho minutos antes de yo llegar al bar. 

Ambos: La piel se nos erizó, empezamos a atar cabos, habíamos estado juntos la misma noche, sin hablarnos, sin presentarnos, el destino nos uniría, los buenos golpes de la vida. 

A miles de Kilómetros de distancia, la misma pasión, los mismos sueños, la misma filosofía de vida de salir del nido para volar alto y el destino nuestro fiel amigo, nos uniría  para toda la vida. 

La experiencia juntos fue inolvidable, nuestra amistad crecía, la mutua admiración profesional era motivacional. 

Desde entonces nos separa la distancia, pero el destino siempre busca unirnos, desde Bogotá a New York, no existe situación, lugar o pensamiento que nos separe.

 

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Así es como aquella noche en París, nos regaló algo que nada jamás nos podrá arrebatar, nuestra particular amistad. 

Y sí, la vida está llena de noches impredecibles, atardeceres que unen y golpes de suerte. 

Aquí vamos, viajando, creciendo, haciendo sueños realidad y contándote la belleza de esta aventura que llamamos vida. 

La vida es un viaje sin retorno, lleno de momentos indelebles

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