Tusa del viajero

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¿Sabes qué significa Tusa?.

En Colombia, es nuestra forma de llamarle al despecho, ese sentimiento nostálgico de perder a alguien o algo a lo que estabamos muy aferrados emocionalmente. 

Desde hace más de 9 años he tenido diferentes vidas y qué bien las he vivido. 

Todas me han dejado un aprendizaje que no cambiaría por nada, si me dijeran de vivirlas una vez más, me lanzaría con todo lo que soy al abismo, pues sé que terminaré elevando mis alas y volando muy alto. 

He viajado, mucho, por turismo, por estudios y para vivir en nuevos destinos. La tusa, esa depresión al terminar un viaje, es algo que los viajeros más empedernidos siempre sentiremos. Pero no  hay punto de comparación con mis tusas cuando dejo un lugar al que llamé hogar por más de un año

¿Lo has vivido? ¿sabes de lo que te hablo?.

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Dejar una vida que construí, amistades, personas que considero familia, un lugar que me vio evolucionar, es bastante doloroso. 

 

¿Lo peor? es que he vivido ese proceso 4 veces, te rompes al llegar y te rompes al irte, lo bueno es que nunca volverás a ser lo que fuiste, tu alma se ensancha y te vuelves inmenso.

 

Los aeropuertos y su mezcla de nostalgía y alegría. 

Rememoro mis momentos de despedida, luego mis momentos donde me rompo en la sala de espera, me pongo a observar cómo mientras muchos están muy felices por sus viajes de turismo, otros estamos dejando una vida.

 

Y aunque existe la alegría de volver a nuestro hogar base, no deja de doler aquel hogar que nos acogió y nos abrió sus puertas.

No voy a mentir, en uno de mis procesos no me adapté a uno de los sitios. Sin embargo, allí viví, fue mi casa, y sentí un vacío extraño al despegar. Pensaba, deberías estar feliz, este sitio no te gustó… pero no funciona así, se siente la nostalgia, porque así me haya gustado o no, allí crecí como ser humano, una parte de mí; se queda en cada uno de los lugares en los que he vivido. 

 

Lo bueno, es que siempre te llevas algo de esos lugares y lo esparces por donde vayas. 

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Estoy escribiendo esto atravesando por una de esas tusas, quizás la más dura, porque ahora soy más consciente de la salud mental,  aprendí sobre vulnerabilidad, así que ahora se siente más, se despiertan aún más los sentidos y todo lo veo con más claridad y madurez. 

 

En mi proceso de sanación encontré a Brené Brown, una maravillosa mujer que me abrió los ojos y el corazón sobre ser vulnerable y lo fuerte que te hace serlo. Frases que me hicieron cuestionar, tales como “La vulnerabilidad no es debilidad”. Yo la defino como riesgo emocional, exponerse, e incertidumbre. Es el motor de nuestra vida cotidiana” y “la vulnerabilidad, es donde nace la innovación, la creatividad, el cambio”.

¿Soy masoquista?

No, tan solo es quien soy…

 

No me visualizo es un solo hogar, trato de imaginarme solo en un sitio y no es lo que quiero. Me gustan los cambios, salir de esa zona de comfort. Ni siquiera puedo recordar cuántas veces en los distintos países que he vivido me han preguntado; ¿tienes familia acá? ¿Amigos? ¿Conocidos? ¿cómo te viniste en solitario? ¿No te da miedo? Y no falta uno que otro imbécil que me diga si odio a mi país y estoy huyendo de algo. 

Claramente no es sencillo. Pero es la vida que elegí, todos cambiamos y aprendemos muchísimo en un año, no es necesario viajar al otro lado del mundo para hacerlo, en mi caso ha sido por desarrollo profesional, porque tengo muy claro lo que quiero hacer. Mi padre alguna vez me dijo; “todo proyecto de vida no es una meta, sino un camino que se debe recorrer con pasos firmes, más aún frente a la adversidad” .

 

Cocinar profesionalmente me mueve el alma, ha sido toda una experiencia en las diferentes cocinas que he pisado, por otra parte, a Esteban escribir lo llena de vida, cada sitio nuevo en el que vive o visita lo inspira. 

 

Recuerdo cómo tenía una lista de lo que iba a ser mi vida, la mitad se cumplió, el resto dio un giro inesperado que me llevó a países que no estaban en el plan, lugares donde la expectativa fue superada por la realidad. En mis procesos he conocido gente que fueron ángeles, y SIEMPRE agradeceré a estas personas, lo que he aprendido profesional y personalmente no se puede medir con palabras. En el aeropuerto JFK reflexioné sobre esto, si no hubiera dejado el país anterior, nunca hubiera venido a este nuevo lugar, tenía que ser así, todo por lo que he pasado bueno o malo ha sido perfectamente imperfecto para formar esta vida extraña de tusas viajeras que elegí.

 

Aquella nostalgia se apodera de mi cuerpo cuando dejo aquella vida que construí, me duele el estómago, siento un nudo en la garganta, frío pasando por mi columna vertebral. Decido validar mis emociones, ¡por supuesto que duele!.  Y luego… en el momento menos esperado, sonrío, porque lo viví, porque veo atrás y todos los flashbacks de momentos en aquel hogar me pertenecen, esos preciados recuerdos son míos y entre risa y llanto, recobra sentido una de mis frases favoritas de Victor Hugo “La melancolía es la felicidad de estar triste”.

 

Hoy quise aprovechar para transmitir este sentimiento en un escrito, mientras escucho Chopin en una fría tarde (admito que sí es un poco dramático hahaha). Porque de los sentimientos grises, podemos sacar mucho. Ya basta de ese positivismo tóxico, de estar siempre bien y felices.

 

En fin, la vida que escogí es así, no pretendo ser una porcelana donde solo esté a salvo en mi vitrina, voy a seguir teniendo estas tusas viajeras, la vida es un constante cambio, siempre me intriga lo desconocido, siempre en estado de aprendizaje, siempre en movimiento, siempre libre, emprendí un viaje Sin Retorno.

 

Viajar ensancha el alma, la tusa de partir, vale la nostalgia. 

 

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